DAMA DE LA POESÍA GÓTICA

DAMA DE LA POESÍA GÓTICA
SUEÑOS VAMPIRESCOS

ARTE GÓTICO

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sábado, 15 de septiembre de 2018

SEDUCCIÓN DE UNA VAMPIRESA

EPÍGRAFE:
"Para amar el placer se requiere de muy poco. Para amar verdaderamente se requiere de un héroe que pueda manejar su propio miedo" .-Clarissa Pinkola-
 
Fue cuando en hosca y lúgubre velada
postrer a las honras de un camposanto,
cuando en la parca luz y en seco llanto
intentaba dar tregua a la jornada.
 
Llegó a mí una mujer de honda mirada
que en seducción me juró sin espanto
una eterna unión sin duelo y quebranto;
amor que evade a la muerte y su nada.
 
Oculta tras velo en lunar misterio
Te seguí iluso hasta tu cautiverio
En busca de tu enjambre que atormenta.
 
Hoy sin brío en mis vasos capilares
Sin ningún Dios o sol en mi osamenta
Te amo arpía de góticos manjares.
 
Y oculto entre la siembra
Si te aúllo cual lobo poseído
Te hago reventar tus locuras de hembra.
 
ROBERTO XUCHITL PEREZ
"POETA ÍNDIGO"
@D. RESERVADOS
SEP-13-18

MI AVENTURA CON UNA VAMPIRESA



Para Lilian Viacava Respetuosamente.
Afuera la noche palidecía en ópalo friolento. Mis ojos hurgaban en busca de una mujer de mis sueños. Así la vi entrar al salón de baile de esplendor perlado. Su atuendo negro contrastaba con el pálido semblante de su faz, enmarcada en una cabellera de auro maple. Su mirada tenuemente lánguida era de cuencas hondas y sombrías. Sus labios finos eran pincelados en discreto carmesí. Un aire de fausto gótico exaltaba aquellas finas facciones. El añil tenue surcaba la caída de sus manos afiladas. Su nombre era Venecia, y le ofrecí tomar asiento a mi lado en la mesa.



Dos copas de Dom Perignon Vintage, auguraban una aventura. Burbujas en espirales vivaces que subían a tono con la charla amena. Hablábamos de la ciudad de Uzbekistán -Asia central- y la empatía se suscitaba en arquetipos plurales: comentábamos anécdotas de las mezquitas islámicas de Poi-Kalyan. Lo fastuoso de Samarcanda y el hotel Bristol. La opulencia soberbia de Bagdad y Damasco. Las rarezas de las gaviotas de Laponia. Y Así la noche devoraba los minutos. Finalmente Decidimos salir a tomar aire fresco por las calles. Recorríamos callejones históricos con espíritu aventuro en alegres risas.



De pronto la amenaza de una lluvia imprevista nos hizo guarecernos; mas Venecia me pidió que la llevara a casa. La lluvia me obligó a quitar mi abrigo. Toma -le dije- cúbrete y apuremos el paso. No lejos de ese lugar se detuvo para despedirme. Espera -le interpuse- Cúbrete con el abrigo para que puedas llegar al umbral de tu casa, mañana tendré la oportunidad de recogerlo y… de volver a mirar el magnetismo de tu encanto.



Un flechazo de súbita pasión me hizo cambiar la voz. Reverente hacia ella, hube de confesarle que ella era el ideal de mujer que buscaba y amaba. Venecia clavo unos ojos encendidos y esbozó una sonrisa que destellaba la prominencia de unos agudos colmillos. Un tenue farol me hizo verme en un laberinto sinuoso dentro de sus ojos sin final; ojos que me hicieron cruzar sin temor fronteras pasionales. Su mirada me extravió por instantes al recorrer tomado de su mano por plazas de culturas desaparecidas. Fui testigo visual de escribas sobre tablillas cuneiformes, templos con ritos sacrificiales de holocaustos caldeos, babilónicos, asirios, sumerios, de la antigua Mesopotamia. Efigies satánicas y liturgias en honor de Zoroastro y de Enlil. No acierto a precisar la duración de aquel momento.



Ya de regreso de aquel viaje, con voz embrujada, me preguntó si me había gustado la experiencia. Le contesté afirmativamente. Como verás -añadió- el tiempo es una fantasía, si en verdad me amas con locura, te haré monarca de todo aquello y nos amaremos hasta el fin de los tiempos.

Pero ya amanece y si vuelves mañana, sellaremos un pacto indeleble. Búscame. En el pórtico de esa vieja casona, llámame y conocerás mi mundo secreto.

Al atardecer del día siguiente, presuroso me dirigí con el corazón agitado de alucinante espera, por ver de nuevo a mi amada Venecia. Subí los escalones y toqué la puerta, volví a tocar una y otra vez. Al cabo, salió una anciana cuyas huellas del tiempo eran notorias en su semblante.



-Perdón madame, mi nombre es Roberto -repliqué- El motivo de mi visita es hablar con la señorita Venecia; tengo una cita con ella para hoy. -Usted me perdonará, joven pero Venecia ya no vive aquí.- -¿Cómo? Discúlpeme, pero está usted en un error. Algo debe estar mal. Para que usted me entienda mejor, ayer por la noche, después de una fiesta en que estuvimos, yo mismo la vine a traer a esta casa; no puedo equivocarme porque tengo anotada la calle y numero de aquí. Le suplico encarecidamente que me haga el favor de decirle que la estoy esperando. La madame dibujó una breve mueca de desdén. Luego casi molesta, argumento. -Le repito que está usted equivocado -arguyo-. Ella hace tiempo que no habita aquí. Casi presa de llanto y decepción le supliqué humillante lo sucedido. Le dije que había dejado en sus manos mi abrigo, como prueba de mi veracidad. La anciana me miró unos instantes fijamente. Enseguida llamó a su chofer para que sacara el auto. Sentí que el corazón me saltaba.
-Suba al auto, lo llevaré adonde ahora se encuentra Venecia -concluyó. En el trayecto mi esperanza se renovaba; estaba seguro que la encontraría. Recorrimos lo largo de la ciudad hasta llegar a un jardín bardeado.- ¿Pero ¿Qué es esto? -pregunté a mis adentros- Parece más bien un cementerio. -Baje enseguida -ordenó la patrona- Tumbas, mausoleos, criptas. Eran los trechos que cruzábamos, hasta que finalmente la matrona sacó unas llaves. Abrió uno de los recintos y me dijo pase. Al fondo había una especie de altar con la fotografía de mi amada Venecia, de la que sólo guardo el roce de sus finos labios. Junto a ella estaba mi abrigo aún húmedo.



FIN


ROBERTO XUCHITL PEREZ
"POETA ÍNDIGO"
@RESERVADOS AGO-8-18